jueves, 20 de octubre de 2011

Gataflorismo


Había una vez una gata, que decidió empezar terapia.
Le tenía fobia a las orugas, y, ¡oh cruel tragedia! a las pelotas de lana.
Sacó un turno en la obra social y conoció a su terapeuta.
Le cayó bien desde un principio, muchos ajáes y pocos juicios.

Como era huerfanita, la terapeuta lo tenía fácil,
echó la culpa de todo a la guachez de la felina,
y le aconsejó no separarse.

La gata salió medio asustada
(¿sería verdad tanta falacia?)
Se tomó un café por donde pudo,
y se escapó por ahí a jugar al felpudo.

1 comentario:

  1. Je je je... Gata... Gata Flora.

    Separarse o no separarse... Nadie se anima a ver el final de un camino.

    Creo que nos pasa a todos en algun momento.

    Beso

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