martes, 28 de abril de 2009

Jirafita parte IV

El Enlace


Entre tantas multitudes
de estas y otras latitudes,
entre tantos rostros sin forma
encontró finalmente su horma:
un pez resbaladizo,
talentoso y lleno de juicios.
Perfecto como en un cuadro:
ella no tenía cerebro y él apenas era un vertebrado





Y su unión consumaron
en una mansión francesa;
con buquets de flores, frutos y fresas.
Bebieron champagne hasta tarde,
hasta que ella dijo "basta, me arde!"
En la fiesta ella no comía,
y él se atiborraba de mentiras frías.

Llegó la mañana siguiente,
él debió volar urgentemente.
Ella disparó para otro lado,
de todo lo que comió, ni la mitad había vomitado!

viernes, 24 de abril de 2009

Un tango báquico


Compadre, contenga el llanto;
ella nunca volverá.
Esa percanta no era para tanto,
si era taimada, ladina, y fulera de verdá.
Véngase conmigo al cotorro,
tengo amigas de licensiosa lealtad.
Habrá lucecitas de colores, música,
caña Legui y amistad.
Véngase usted conmigo,
que a nadie he de contar,
que le he visto llorando por una paica
que no valía un níquel impar.

jueves, 9 de abril de 2009

Mensajero



¿Qué propósito habría tenido este pequeño ilustre para entrar a casa? ¿Traía acaso un mensaje milenario, un resabio de inmortalidad? ¿Habría dejado al sol en su camino por mi casa?

¿Existen las coincidencias? No lo sé, pero ahora que releí el post citado anteriormente, del 5 de febrero, sobre el escarabajo mensajero en casa, me doy cuenta de que tal vez si*. Me pregunté entonces qué mensaje me traía, porque su presencia era realmente extraña, y ahora me parece, que vino a contarme que voy a ser madre.

¡Hay magia en las pequeñas cosas de la vida! Lástima que el mensajero murió llevando a cabo su deber (¡y no me atrevo a reflexionar sobre ello!)
*En la entrada original me equivoqué y puse "no"... pero evidentemente iba un sí!

jueves, 2 de abril de 2009

Metamorfosis.

Hoy quise abrir la ventana, que da al este, bien tempranito. Quería ver cómo el sol entraba, perezoso, por la ventana de mi cuarto e inundaba la habitación con luz dorada de amanecer. Pero de repente recordé que había llovido desde el atardecer, y, encima, vi que aún era de noche. ¿Qué luz dorada ni que ocho cuartos? 

Rezongando, me levanté de la cama. La languidez habitual no llegó hasta después de haber llegado a la cocina a poner la pava; y se quedó toda la mañana. Me sentí sola, nauseabunda, hinchada, expuesta, y obvia. La gata ni se mosqueó cuando la llamé a comer: ni la gata me hacía caso. Mi compañero de ruta seguía roncando, lo escuchaba desde cualquier punto de la casa. No es que mi casa sea grande, pero su ronquido insensible es francamente legendario. 

Y yo seguía con mi mal humor y mi náuseas, matutinos ambos, en la cocina.

Las metamorfosis son tan comunes: el compañero fiel que le escucha a una es el que quiebra la barrera de sonido al escapar; la mascota leal que le recibe sin juzgar es la fiera hambrienta que desaparece casi tan rápido como el compañero fiel; la luz dorada del sol que dibuja la danza de motitas de polvo en los haces de las rendijas es la mortecina vibración del tubo catódico con mal funcionamiento... Y el malvoncito del jardín se me está secando inevitablemente bajo la lluvia. Qué desastre.

Yo quería simplemente abrir mi ventana al sol de la mañana, y me llevé un buen chasco. Llovía, y todo era una porquería pegajosa; todo sucio, húmedo y triste; ¡y gris! 

Maldito otoño cuando tardas en venir,  las hojas no se ponen ni doradas que se pudren en el agua de los charcos. 
 

Jirafita parte III. Consagración.



Hizo grandes producciones,

donde demostró enormes "condiciones"

Hizo ganar mucho dinero

al puerco y a sus patrocinadores

Trabajos "muy cuidados"

(no se vio nada que no se haya visto antes...)